Hace tiempo que quería hablar de este tema, y como sois muchos los que me hacéis la consulta ha llegado el momento de tocar lo que llamo “el dilema Copérnico”.
Existe un universo paralelo al mundo del vino, regido por formas, colores y materiales de todo tipo; me refiero al universo de las copas de vino. Creo que la mayoría de los mortales nos hacemos las mismas preguntas cuando nos sentamos en una mesa donde nos colocan tantas que no sabemos cuál utilizar: “¿esta para que será, para blanco o tinto? ¿entonces la del agua? Y digo yo, con tanta copa ¿dónde van a poner la comida?”
Y es que es digno de estudio; pero tranquilo, después de leer esto tendrás las ideas
El por qué de las copas de vino
Lo primero que tenéis que entender es que en el vino existen lo que se denominan “compuestos volátiles”; para explicarlo de manera sencilla os diré que son unas sustancias químicas de las que se compone el vino y que son responsables de cómo percibimos el vino y por tanto del Aroma.
Dicho esto, el objetivo funcional de una copa de vino, además de ser un recipiente, es encauzar todos estos compuestos volátiles de manera que nos hagan percibir los aromas y disfrutar del vino de forma óptima.
Que siiiii, que uno se puede servir una copa de vino donde quiera, como si lo te lo bebes de un botijo, pero la realidad es que el material del que están hechas, su forma y el tamaño que tienen las copas influyen; tanto es así, que algunos fabricantes diseñan copas específicas no sólo para un tipo de vino en concreto, si no para determinadas variedades de uva específicamente.
Pero antes de que la cabeza empiece a darte vueltas, si te estás iniciando en el mundo del vino, no necesitas complicarte la existencia y con estos sencillos consejos sabrás elegir la copa adecuada y disfrutar perfectamente de un buen vino:
La materia prima
Nada de plásticos ni metales, lo mejor es que sean de cristal transparente, y mejor cuanto más fino.
Creedme varía mucho las sensaciones al beber de una copa de cristal fino a otra en la que el borde parece el de una taza de café mañanero; y por muy cuqui que os parezca absteneos de colorinchis en las copas, dejad que el vino sea el protagonista y podáis disfrutar visualmente del mismo.
El tamaño y la forma importan
De manera generalizada, para tintos y blancos lo ideal es que la copa tenga forma de Tulipán y de pie esbelto; en cuanto al tamaño, preferiblemente grande para los tintos, lo que ayudará a que estos puedan expresar su paleta aromática a medida que se van aireando; y un tamaño menor en el caso de los vinos blancos, para permitir mayor expresión de los aromas frutales.
Para vinos espumosos y generosos es preferible una copa de menor tamaño que las anteriores de forma alargada, de esta manera en unos se mantiene mejor las burbujas y en el caso de los generosos realzan los aromas del vino sobre el alcohol.
Y por favor, nada de piscinas , la copa se llena de manera que se pueda agitar sin salpicar al vecino.
Si eres de los que prefieren no pensar mucho y tu bolsillo no da para tener una cristalería variada, no te preocupes, hoy día los fabricantes no escatiman en I+D y ofrecen dentro de su gama de productos “copas universales” de muy buena calidad, elegantes y que dado su diseño te permiten disfrutar de toda clase de vinos.
Por otro lado, hay que mencionar el “factor postureo” que va implícito en el tipo de copa. Al igual que la comida se disfruta visualmente con una buena presentación, en el vino ocurre lo mismo y la copa juega su papel; porque además de poder disfrutar de un buen vino, ¡¡a todos nos gusta también beberlo con estilo… ¡Salud!
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