Seguro que en estas fechas de celebraciones, comidas y demás eventos te has animado a cocinar algo o elegir ese vino perfecto para la ocasión.
Es bien sabido que vino y comida siempre han ido de la mano, llegando a formar un matrimonio inseparable en el que no se entiende el uno sin el otro.
Sin embargo amigos, para que este tándem funcione es necesario que haya cierto equilibrio, porque elegir el vino adecuado según qué vas a comer puede llevarte al Nirvana, pero una mala elección puede arruinar lo que tendría que ser una estupenda velada.
¿Y cómo elegimos el vino adecuado?
Muchos hemos recibido una “bofetada sin manos” al ver las caras de decepción de nuestros amigos cuando llevamos ilusionados ese vino que tanto nos ha gustado y … ¡horror! No sabe igual. ¿Qué ha pasado? Tiene su explicación:
Hay que tener en cuenta que las personas tenemos sensibilidades diferentes a los componentes del sabor y el aroma, de esta forma las interacciones que producen vino y comida en nuestras papilas gustativas se expresarán en distintos niveles.
Por lo que podemos decir que un vino lo percibirás distinto en función de la comida con la que lo acompañes.
El equilibrio natural
La variedad de paisajes y gastronomía que nos ofrece España es inmensa; esta diversidad nos da infinitas posibilidades en cuanto a “maridajes” se refiere. Si te estás iniciando en el mundo del vino y te cuesta elegir a la hora de combinarlo, he aquí una fórmula que te servirá de guía:
“Equilibrio = Paisaje + Viñedo + Gastronomía del lugar”
Dicho de otra manera, la armonía de un vino siempre suele encontrarse con la gastronomía y el paisaje que lo rodea. Ojo, esto no tiene por que ser así siempre, pero es una regla básica que puede servirte para poco a poco introducirte en esto del maridaje.
Imaginaos que de repente te invita a comer a casa tu “querido cuñado”, natural de León y purista del cocido maragato, o cocido a la inversa como una vez oí decir; pues si no queréis ver cómo le tiembla el párpado mientras te da la chapa de protocolo, abstenerse de llevar otra cosa que no sea un vino de la zona, como por ejemplo algún vino del Bierzo, cuyas variedades más reconocidas son la Mencía para tintos y Godello para blancos. Ambas adaptadas a la perfección al suelo y el clima.
Creedme que irá a la perfección con cualquier plato de la gastronomía del lugar.
Algunos vinos del Bierzo
Si en los últimos años has ido de vacaciones a Andalucía y te daba cosica pedir otra cosa que no fuesen finos y manzanillas mi querido “padawan vitícola” te has estado perdiendo todo un mundo.
Hoy en día se elaboran tintos y blancos de gran calidad. Muchas bodegas andaluzas han conseguido elaborar grandes vinos con variedades francesas como Cabernet Sauvignon, Syrah y Petit Verdot para tintos; además de recuperar variedades autóctonas como por ejemplo Tintilla de Rota, Romé y Melonera, dando lugar a unos vinos de notable personalidad y equilibrio.
En cuanto a variedades blancas, la Palomino y la Pedro Ximenez son de las más representativas, elaborándose además de los ya mundialmente conocidos vinos generosos, toda una gama de vinos dotados de una gran frescura y elegancia.
Algunos vinos andaluces
Atrás quedaron tendencias viejunas como aquello de combinar sólo tintos para carnes y blancos para pescados y mariscos. Los vinos que se elaboran hoy día gozan de una mayor versatilidad, como ejemplo, existen tintos ligeros que combinan a la perfección con pescados a la brasa, verduras, atún… Así como blancos que te sorprenderán cómo aguantan un guiso de carne o aves asadas.
Ya sea para una comida informal, una cena romántica, para callar al cuñado o un simple aperitivo, aplicad la fórmula básica y acertaréis. Blanco o tinto de la zona van a combinar a la perfección.
Abrid vuestra mente y a medida que vayáis relacionando la comida con el paisaje, inmediatamente os vendrá a la cabeza el vino perfecto para la ocasión.
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