No es de extrañar que los viajeros románticos del S.XIX así como grandes literatos del calibre de Washington Irving, Lorca o Hemingway, quedaran maravillados con Ronda y su Serranía cuando pasaban de camino a Granada en lo que fue conocido como el Great South Tour.
En los relatos de estos viajeros se establece una relación casi espiritual entre el hombre y el paisaje, intentando recuperar la armonía con la naturaleza y deseos de libertad frente a los excesos de la vida moderna que trajo la Revolución Industrial.
Ronda, ciudad monumental y cuna de civilizaciones, asentada en una meseta cortada por el más que conocido “Tajo” formando una garganta de unos 100 metros de altitud excavado por el río Guadalevín, donde las casas se asoman, confiriendo una panorámica digna de grandes leyendas.
Si nos dirigimos al norte de Ronda, en plena Serranía encontramos La Melonera, ubicada en una impresionante finca de unas 200 hectáreas repleta de encinas centenarias que se mezclan con varias plantaciones de viñedos, situados en distintas alturas que van de los 650m a los 900m; te das cuenta rápidamente que es un lugar especial, más aún cuando vas conociendo la bodega.
Aunque perfectamente podríamos considerar a La Melonera como un centro de investigación para la recuperación del patrimonio vitícola andaluz .
Los grandes retos nacen de los grandes sueños y La Melonera se ha propuesto, con Ana De Castro al frente como Directora Técnica de la bodega, que variedades históricas y una tradición vinícola casi olvidada vean de nuevo la luz en la Serranía de Ronda.
Para ello emprende hacia 2003 una ardua tarea de investigación, donde finalmente entre las páginas de un ensayo escrito en 1807 por el botánico D. Simón de Rojas y Clemente, aparece información acerca de las inmejorables condiciones de la Serranía de Ronda para el cultivo de la vid y la antiquísima tradición vitícola de la zona interrumpida a finales del S. XIX por la Filoxera.
Fruto del constante esfuerzo, hoy día La Melonera elabora vinos dotados de personalidad y carácter, donde variedades autóctonas toman protagonismo.
Tintilla de Rota y Romé conforman mayoritariamente su vino emblema Payoya Negra; fue el primero que elaboraron y cuyo nombre tomó de la cabra originaria de la Sierra de Cádiz y Serranía de Ronda, de la que se elaboran uno de los quesos mejor valorados en España y en el extranjero.
Posteriormente en 2012 nace La encina del Inglés, un tinto fresco y elegante, con un 50% de Tintilla de Rota, 30% Garnacha y el resto Cabernet Sauvignon. Este vino es un homenaje a aquellos románticos ingleses quienes, a través de sus relatos confirieron a Ronda un carácter universal.
Como era de esperar, además de tintos, un año después lanzaron al mercado La Encina del Inglés blanco, un coupage 100% andaluz compuesto por Moscatel Morisco, Pedro Ximénez y Doradilla, una variedad propia de la zona de Málaga.
Pero quizás las variedades históricas más desconocidas sean Blasco y Melonera, esta última es la que le da nombre a la propia bodega.
Se trata de una variedad muy pintoresca ya que se asemeja como su propio nombre indica a un “melón rayado”.
Yo Solo es el nombre del tinto fruto de estas dos uvas 100% andaluzas. Un exclusivo vino del que por el momento solo se elaboran 350 botellas.
La recompensa a ese sueño romántico que comenzó hace unos años.
Este quizá sea unos de los proyectos más singulares en los últimos años en España, ahondando en la memoria para recuperar variedades autóctonas que cayeron hace siglos en el olvido y que, fruto de un incesante trabajo de recuperación, ven de nuevo la luz para ofrecer vinos dotados de personalidad; seña de identidad de un entorno y una geografía idílica.
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