En estos días primaverales donde las terrazas comienzan a llenarse, nos vamos desprendiendo de las capas del invierno y, el sol aprieta, apetece refrescarnos; y qué mejor manera de hacerlo que con un buen vino espumoso.
Las burbujas alegran cualquier comida o reunión y en definitiva nos aporta esa chispa que acompaña el momento.
Pero cuál es el origen de los vinos espumosos, es la pregunta que muchos se harán mientras sostienen su copa.
No exento de cierta controversia, tradicionalmente se le atribuye su origen a un fraile benedictino, Pierre Perignon ( ¿te suena el apellido verdad?) allá por el 1618 en Francia. Se dice que , como muchos otros descubrimientos, se produjo de manera fortuita cuando, una partida de vino quedó sin terminar la fermentación en su totalidad y tras ser embotellada, se produjo una segunda fermentación dentro de las botellas, por lo que el CO2 producido en este proceso fermentativo se disolvió en el propio mosto, dando origen al tan afamado vino.
Este estilo con burbujas pronto tuvo muchísima aceptación, convirtiéndose en la bebida de moda en la corte de Luis XIV, quien incluso se dice que ordenó crear una copa que estuviese a la altura de tal descubrimiento.
Hasta el 1860 aproximadamente no se introdujeron en España los vinos espumosos; los primeros productores fueron Doménec Soberano y Francesc Gil, quienes en un primer momento elaboraban con las mismas variedades francesas; y que tras el desastre de la Filoxera, fueron renovando el viñedo con variedades autóctonas de Reus y sus alrededores.
Cómo se elabora un vino espumoso
Existen hasta cinco métodos diferenciados para elaborar un vino espumoso, pero tranquilo, para que tu cabeza no haga “pop” y empieces a echar espuma cual botella recién descorchada, sólo hablaremos de los dos métodos más usados en España: Método Tradicional y Método Ancestral.
Cuando en una etiqueta aparece el término “método tradicional” conocido también como “método Champenoise”, nos están indicando que el vino ha realizado una segunda fermentación en la misma botella en la que ha salido a la venta. Es el procedimiento más utilizado para elaborar vinos espumosos de mayor calidad; en Francia para los Champanes y en España para hacer Cava. La producción de estos vinos por este método es la más costosa, ya que exige mucho esfuerzo, recursos y tiempo; aunque esto se ve luego traducido en unos vinos con mayor complejidad y por tanto, de calidad superior.
Por cierto, para los que aún os preguntáis la diferencia entre un Champán y un Cava, sin entrar en temas farragosos sobre denominaciones de origen, aunque ambos emplean el mismo método de elaboración, se diferencian principalmente por las variedades de uva utilizadas ( tradicionalmente Macabeo, Parrellada y Xare-lo, Garnacha, Monastrell y Trepat para Cavas; Pinot Noir, Chardonnay y Meunier para Champanes) y la zona de elaboración lógicamente.
A diferencia del método Champenoise, cuando vemos en la etiqueta de un vino el término “método ancestral” , este nos indica que el vino ha realizado una sola fermentación. Se trata de una técnica más sencilla que la anterior y por tanto con un coste menor para su elaboración.
Esto no quiere decir que los vinos sean de menor calidad, simplemente estamos hablando de diferentes estilos de espumosos.
Una de las zonas por excelencia en la producción de vinos espumosos de calidad superior es Cataluña, y sin meternos en Denominaciones de Origen hablaremos de productores que merecen ser reconocidos por su trabajo en el panorama vinícola español.
Es el caso de Raventós I Blanc, bodega cuya familia lleva trabajando ni más ni menos que 21 generaciones la misma tierra donde se asientan los viñedos en la Conca del Riu Anoia. Elaboran espumosos tanto por el método tradicional como el ancestral, bajo una filosofía de respeto al equilibrio natural del viñedo y su entorno, dando lugar a unos vinos de alta expresión.
Cabe mencionar también aquellos productores amparados bajo la marca colectiva Corpinnat, que nace para distinguir los grandes vinos espumosos elaborados en el Penedés. De los más representativos son Gramona, Llopart, Recaredo y Torrelló entre otras. Todas ellas nos ofrecen una amplia gama de espumosos elaborados bajo unos estándares de calidad muy altos.
Pero no pienses que todo el vino espumoso se hace por ahí arriba; por suerte en España no se escatima la calidad de nuestros vinos y hoy día se elaboran espumosos en muchas zonas del país, desde Comunidad Valenciana a Extremadura, La Rioja e incluso Cádiz. Sí sí, la fiebre de las burbujas llega hasta ese rincón donde podemos encontrar cositas tan chulas como las que hacen en Bodega Vinifícate, ofreciendo vinos biodinámicos de muy buena calidad que no dejan indiferente.
Como ves la gama de vinos espumosos que existe en el mercado es amplísima, solo tienes que elegir cuándo y cómo disfrutarlos. Así es, también los vinos espumosos tienen su momento ideal. Es como ¿hoy qué toca, cenita formal o tarde de terrazas con amigos?.
Son vinos tremendamente gastronómicos, combinan a la perfección con cualquier aperitivo, quesos, embutidos, patés, perfectos con mariscos y pescados, soberbios con arroces, incluso ideales como copa contemplativa en una calurosa tarde de verano cuando empieza a anochecer.
Ahora que tienes una visión más amplia de este estilo de vinos abre tu mente y deja atrás esa idea viejuna donde sólo tomabas espumoso en Navidad y con el postre o con las uvas.
¡Redescubre los vinos espumosos y déjate llevar!
Vinos Valtuille. Identidad Berciana.
«El Bierzo es una zona muy pequeña que se está abriendo al mundo y la calidad de nuestros vinos tiene que ser lo que nos diferencie del resto, si no todo este trabajo no tiene ningún sentido.»
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